Preguntas frecuentes
Del bolsillo izquierdo. A veces del derecho. Igual que todas las personas.
La verdad es que siempre sobran las ideas. El problema no es tener ideas, sino cuando una de esas ideas te emociona lo suficiente como para dedicarle todo el trabajo y esfuerzo que significa convertirla en una historia.
Prefiero escribir por las mañanas. Soy más diurno que nocturno.
Tengo mi estudio en una sección de la casa. Me siento frente a una mesita que tiene cerca una ventana con vista hacia un jardín y por el otro lado una pecera.
En el estudio hay también un equipo de sonido para escuchar la música de distintas listas de reproducción que ya tengo establecidas de acuerdo con la atmósfera que busco para cada momento (música para día de sol, persecuciones y aventuras, magia y prodigios, pasajes misteriosos, etcétera).
Algunas veces me acompaño con una taza de té verde y si continúo escribiendo por la tarde es más frecuente que tenga a mi lado una taza de café ligero y un trozo de chocolate con mucho cacao y poca azúcar.
Al momento de escribirlos, todos y cada uno de ellos porque las historias nunca suceden tal y como las había planeado. Me gusta dejarme sorprender mientras las escribo. Eso hace que tengan más frescura. Si cada página es capaz de sorprenderme, de divertirme, de emocionarme, es más probable que también lo haga con los lectores.
Mientras estoy trabajando en un libro, me obsesiono con todo lo que se relaciona con éste, pero después que está terminado, lo dejo ir tan fácilmente que muchas veces me olvido incluso de cosas que escribí. Prefiero que los lectores sean quienes respondan a esta pregunta.
No. Por razones legales, no puedo leer material que no haya sido publicado. Tampoco me dedico a la crítica de libros. Leo por placer y me doy el privilegio de elegir los libros que me gustaría leer en el tiempo que puedo dedicar para hacerlo.
Hay otras personas que se dedican a la lectura profesional, a la corrección de textos y también quienes dan talleres literarios.
No. Tus ideas son valiosas y lo mejor es que tú mismo(a) las desarrolles. Lo más importante no es que las ideas sean buenas o sean malas. Lo más importante es la manera en que haces tuyas esas ideas y las haces germinar.
Escribir un libro es una batalla de uno contra sí mismo en el que los dos salen vencidos y a la vez triunfadores.
Esto se puede hacer de manera presencial o por videoconferencia.
Envía tu propuesta en un mensaje por correo electrónico a: hola@hectordomingo.com , revisaremos la disponibilidad en agenda y te responderemos para evaluar la posibilidad de aceptar tu invitación.